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Como empieza el problema
En mi caso, todo empezó en la escuela Preparatoria, aunque he sabido de otros muchos que empiezan todavía más jóvenes. Mis compañeros de la escuela -algunos llegaron a ser buenos amigos-, los "más avanzados" me invitan a probarlo, total uno quiere ser hombre y uno de los estereotipos del "hombre de mundo", su imagen, es casi siempre con un cigarro en la mano, despreocupado ante la vida, fumando voluptuosamente y obviamente uno quiere hacer lo mismo.
La consciencia del problema
Con el tiempo, el fumar se hace costumbre -cuando menos uno lo piensa así- y es tan natural como el comer, el dormir, hacer deporte, etc.
En realidad, más que costumbre, se hace un vicio que, cuando menos acuerdas, no te lo puedes quitar de encima. Ignoro otras experiencias, en cuanto a los síntomas que lo hacen consciente, pero supongo que todos son muy parecidos.
Al hacer deporte, en mi caso -principalmente jugaba básquetbol-, empecé a notar mi baja de rendimiento, el aire "no me alcanzaba", sobre todo, después de las acciones más violentas y disputadas del juego, algunos dolores en la espalda, no en la columna, sino más profundos, al respirar hondo. Mis amigos me decían -no te preocupes, es por el cigarro- ¡Ah bueno, menos mal, al cabo que uno "puede dejar de fumar cuando quiera"!
Los primeros intentos de dejar de fumar
Con el tiempo, empecé a preocuparme, no demasiado, porque uno es joven y tiene muchas expectativas sobre la vida, pero empecé a buscar las maneras de dejar de fumar.
Según amigos y conocidos, la mejor manera es dejar de fumar "de pronto", abandonarlo de repente, no hacerle caso, decirle NO. Lo intenté y parecía que podría hacerlo, una vez duré hasta tres meses, -¡Perfecto, ya la hice!-. Sin embargo, de manera casi sin quererlo, después de semanas de abstinencia, se presenta la ocasión de fumarte "sólo uno", y, cuando menos acuerdas, ya estás nuevamente echando humo "como chacuaco".
Hay otros procedimientos que intenté: Dejarlo poco a poco, de 20 al día, ir disminuyendo a 15, 10, 7, 5 y así hasta abandonarlo. Hice promesas a mí mismo, a Dios, a Jesucristo, a las Once mil vírgenes, grandes esfuerzos de voluntad, etc. Nada funcionó.
Lo que sí funcionó y ni cuenta me di
En una ocasión, pasando unos días de vacaciones en Guadalajara, me invitaron a una conferencia de sicología sobre el funcionamiento de la mente y su injerencia sobre el cuerpo y su funcionamiento. El señor Ruy habló extensamente sobre el tema y me convenció de tomar una capacitación con Becky de Ruy, su esposa.
Primero, aprendí a "bajar a alfa" que es un estado mental de alta concentración -el estado beta es el nivel consciente del raciocinio, existen, además, theta y delta- en el cual, según se ha demostrado experimentalmente la actividad eléctrica del cerebro tiene una determinada frecuencia característica. En ese estado, uno puede "programar" su cuerpo a través de la mente.
Procedimiento para bajar a alfa
Este método no es tema del presente artículo, sólo lo menciono someramente como referencia importante del ejercicio que me ayudó a dejar de fumar. En otras entregas mandaré, más detalladamente, el procedimiento completo que he utilizado para "bajar a alfa".
1. Colocarse en una posición cómoda, de preferencia sentado -aunque puede ser acostado-, con los párpados cerrados, dirigir los ojos hacia arriba, en un ángulo aproximado de unos 20 grados -se supone que eso ayuda a inducir el nivel alfa-.
2. Con tranquilidad, lentamente, con respiraciones pausadas y profundas, concentrarse a contar, también lentamente, del cien al uno -esto es cuando uno empieza, después, con la práctica, contando del cinco al uno es suficiente-. Cuando llegues al uno, con toda seguridad estarás en nivel alfa. Es relativamente fácil identificarlo, se siente uno relajado, tranquilo, algunos sienten sus extremidades pesadas, otros las siente livianas.
Cuando yo hice el ejercicio para dejar de fumar, ya dominaba este procedimiento y tenía algunas semanas de bajar a nivel alfa.
El ejercicio para el programa "deja de fumar"
Todos estos pasos son llevados a cabo en el nivel alfa y a través de la imaginación:
1. Bajé a alfa y me fui a mi "lugar ideal de descanso", que consiste en un lugar imaginario en donde siempre me siento perfectamente bien y tranquilo.
2. Una vez ahí -siempre utilizando la imaginación- me vi a mí mismo en perfecto estado de bienestar y encendiendo un cigarro. Me visualicé sintiéndome perfectamente bien, fumando. Es muy importante el uso de la imaginación, mas bien es lo más importante.
3. Siguiendo con las visualizaciones, después de encender el cigarro, al cabo de algunas "chupadas", me imagino que me empiezo a sentir incómodo, de repente, que el cigarro me sabe mal. En ese estado, hay que imaginar y creer como si estuviera pasando en la realidad, al cabo que con la imaginación uno puede hacer lo que quiera, aunque después, al salir de alfa, uno sea un no creyente, no hay problema, no afecta, no tiene importancia, la mente tiene sus propias formas de hacer las cosas.
4. Cuando empiezo a imaginar que siento las primeras incomodidades, veo el cigarro en mi mano y lo tiro, lo aviento a unos tres metros y regreso a mi estado anterior de bienestar y tranquilidad. Me quedo unos minutos disfrutándolo y luego salgo de alfa.
5. Repetí este mismo ejercicio tres veces más, uno cada tercer día y me olvidé del asunto.
Resultados
Al principio, no pasó nada, absolutamente nada, seguí echando humo y así pasaron algunos días, las primeras semanas; obviamente, yo no creía mucho en estos procedimientos y menos entonces que mi vicio ni se enteró de la trampa que le había puesto.
Sin embargo, aproximadamente un mes después, no recuerdo el lugar ni la situación, pero hallándome disfrutando de un sabroso y aromático cigarrillo, aún me quedaba como la mitad, cuando, de repente, sin previo aviso, sin yo pedirlo, sin pensarlo conscientemente, sin llamadas a los dioses, sin ningún esfuerzo de mi parte, me sorprendió un sabor raro en el humo del cigarro en mi boca, me incomodó, no me supo bien y pensé -¡Este p... cigarro está malo!- y, sin más, lo tiré, lo aventé, cayó como a tres metros de mí y se me quitó el malestar.
Pasaron algunas horas sin sentir la necesidad de fumar -¡Ah cabr..! Esto sí que está raro-. Pero, el cigarro, como todos los vicios, no es fácil de vencer y la necesidad regresó y allá va Raúl, va de nuevo, volví a encender un cigarro.
Pasó nuevamente en varias ocasiones: El mal sabor, tirar el cigarro, estar sintiéndome bien varias horas sin necesitar fumar. En el transcurso de unos tres a cinco días, sucedió esto cada vez más rápido después de encender un cigarrillo y empecé a fumar menos frecuentemente, de tal manera, que cuando menos acordé, resultó que cuando me disponía a encender uno, desde ese momento, ya no me sentía bien y ¡dejé de fumar!
Para finalizar
Llevo muchos años sin fumar, gracias a Dios, pero este procedimiento ha funcionado tan bien y ha sido tan permanente, que, a diferencia de otros métodos, me ha permitido "reincidir" sin volver a caer en el vicio. Digo "reincidir", porque en el transcurso de los años, he vuelto a fumar, en algunas ocasiones muy especiales, a un ritmo aproximado de un cigarrillo cada cuatro o cinco años.
No he vuelto a sentir esa necesidad apremiante de tener que fumar para tranquilizarme o para tener algo en la mano o para dejar de sentir ansiedad, etc., es más, si alguien fuma en mi entorno próximo, me siento mal, no me cae bien.
Espero que este artículo les haga ver a los que todavía fuman, que aún hay esperanzas.
Pretendo seguir haciendo entregas sobre los procedimientos detallados de cómo lograr estos estados mentales (alfa y otros más profundos como theta y delta) y aplicarlos a nuestra vida diaria.
Saludos...
-Valram
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domingo, 3 de agosto de 2008
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2 comentarios:
Saludos, quiero dejar de fumar, llevo varios intentos y fracaso, luchando contra el tabaco mentalmente, este sistema me gusta, he leido varias cosas sobre la mente y creo que hay que programarla. se que voy por buen camino. gracias
Supongo que es cienciologia me jnteresa me puedes mandar informacion mas preciza para dejar de fumar
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